El estrés del profesorado en secundaria: ¿Cuáles son sus causas? (Canarias)

El estrés es la respuesta automática humana natural del cuerpo ante las situaciones que resultan desafiantes o amenazadoras. Es un proceso de interacción entre los eventos del entorno y nuestras respuestas cognitivas, físicas y emocionales. La vida cotidiana y el entorno exigen continuas adaptaciones ya que está en constante cambio, por lo que cierta cantidad de estrés y activación son necesarios. No obstante, una saturación o exceso de estrés, cuando la respuesta de estrés se prolonga o intensifica en el tiempo, puede afectar a la salud, al desempeño profesional e incluso a las relaciones personales o de pareja.

Aplicando este problema al profesorado podríamos considerar el estrés como aquella excesiva activación psicológica y física que padecen los docentes como consecuencia de la interacción de estímulos ambientales (clima del aula, relación con las familias, relaciones con compañeros de equipo educativo y el centro...) y la respuesta idiosincrásica del individuo, teniendo en cuenta sus expectativas, locus de control, autoconcepto, forma de afrontar conflictos... Esto puede desencadenar en serios problemas, en especial laborales relacionados con las manifestaciones conductuales, actitudinales, psicológicas y fisiológicas.

Una enorme cantidad del profesorado de secundaria (una media del 50%) se siente estresado en su trabajo según varios estudios de diferentes fuentes. El tiempo de trabajo que se le exige a un docente de secundaria, bajo mi punto de vista, por norma general es excesivo y difícilmente compaginable con otras actividades como por ejemplo la preparación para las oposiciones, lo cual produce casi siempre una actitud de apatía/pasotismo o, en su defecto, estrés. Esta primera actitud no podría calificarse como una variante del estrés sino casi lo contrario, pero repercute directamente al alumnado y la calidad de las clases que se le imparte, por tanto afectando así a su futuro y formas de estudio. El estrés afecta sin duda alguna al propio maestro, lo cual puede suponer problemas psicológicos o incluso de salud física.

Puede que el modelo educativo que se pretende implantar sea totalmente utópico en tanto que inviable con los medios disponibles para el profesorado, incluso se les obliga a un cierto número de horas de formación impartida desde la propia consejería fuera del horario laboral y casi absolutamente inútil en la mayoría de los casos para la práctica docente. Se supone que un docente tiene que trabajar unas 10-12 horas diarias para realizar medianamente bien lo que teóricamente tendría que hacer, y dicha disponibilidad de tiempo normalmente no se tiene sin problema alguno: supone estrés.


Estaríamos hablando de estrés del profesorado por tener preparadas las clases, por saber tratar y controlar problemas personalizados en el alumnado, por saber compaginar algunas actividades y temarios con el resto de departamentos, por cumplir correctamente las grandes exigencias del currículum… En definitiva, por hacer bien su trabajo. Dicha situación provoca impotencia, y frente a ésta impotencia el docente opta por convertirse en “pasota” o en su defecto sufrir de éste problema que pretendemos profundizar en el estudio.

A continuación mostramos un resumen esquemático de los resultados de un estudio realizado al respecto en el I.E.S. Puerto del Rosario que puede que de respuestas a la situación actual, al menos en el ámbito insular: PULSA AQUÍ PARA VISUALIZAR UN PÓSTER CON UN RESUMEN DEL ESTUDIO.