Reflexión: La obligatoriedad de la religión en los colegios de nuestro país

La situación actual en nuestro país acerca de la enseñanza de religión en la educación es un tanto complicada, puesto que en los colegios públicos existe la obligación de ofrecer la enseñanza religiosa otorgando a los padres o tutores la libertad de inscribir a sus hijos en dichas clases o por el contrario inscribirlos en otra materia libre normalmente llamada “Actividades de Estudio”.

La realidad es que lamentablemente la mayoría de los centros escolares de primaria no ofertan en citada materia contenidos del estudio y conocimiento de otras religiones, opción equivalente como materia alternativa bastante buena y significativa para el conocimiento y aprendizaje de los niños y niñas del colegio; no sólo se evitaría la enseñanza de ideologías puramente católicas con las que muchas familias no están de acuerdo, sino que además se ampliaría el abanico de conocimientos de los alumnos. Afortunadamente vivimos en un país con muchísima diversidad cultural, y en vez de dedicar materias alternativas en las que prácticamente se pierde el tiempo sería mucho más práctico hacer algo como esto.



Según un estudio de la UPEC, el 76% de la población se define como católica (la mayoría no practicante) mientras que casi el 20% no católica. En una situación como esta en la que cada vez hay menos católicos estaría bien reflexionar acerca de la obligatoriedad de la impartición de materias como “Religión”. ¿Es lo más correcto?, Estamos en una sociedad avanzada en la que el Estado cada vez tiene menos que ver con la iglesia, y es necesario un cambio de mentalidad al respecto. Existen colegios concertados en los que la materia de “Religión” es obligatoria y otros la ponen como opcional, además también tenemos que tener en cuenta que los colegios religiosos dicha asignatura es obligatoria (colegios privados). Dada esta situación no es difícil darnos cuenta de que la mejor solución a este problema es que cada familia decida si sus hijos deben o no ir a un centro en el que se imparta. Podríamos concluir con la reflexión general de que el Estado no debería estar involucrado en cuestiones religiosas y menos en los tiempos que corren.